ARTES PLÁSTICAS

Década de los 00

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Artistas representativos del 2000 al 2009

Lista de Cristo Gil Díaz

Interior inundado (el 25 de Manuel Verdugo)

Santiago Palenzuela

Sin título

Julio Blancas

Jacaranda Mandala I

Juan Pedro Ayala

This Modern Love

Ubay Murillo

Paisaje con tres árboles

Juan Carlos Batista

El brindis

Martin y Sicilia

You have nothing to say

Laura Gonzalez Cabrera

Antropología de una imagen

Cristina Gámez

El Consejo

Cristina Temes

Alien at the Hotel

Oliver Behrmann

En la primera década de los 2000 encontramos en Canarias un auténtico crisol de estilos y artistas que confluyen en los diferentes espacios expositivos, tanto privados como públicos. En las salas se da la coexistencia de creadores consagrados en décadas anteriores, con  otros que comenzaron su andadura a finales de los años noventa y que van a consolidarse en esta década, junto con los que emergen y despuntan a comienzos del siglo xxi. En consecuencia, la afluencia de variedad estilística y la presencia de diferentes generaciones de artistas plásticos conforman el panorama estrella de este periodo.

Con todo, podríamos trazar algunas líneas temáticas comunes tratadas en la producción artística de estos años, como es el caso del paisaje, una constante, por otro lado, en toda la Historia del Arte en Canarias. En esta línea, destaca especialmente en las exposiciones, la producción de Santiago Palenzuela (Tenerife, 1967) con sus (2000), obra con  la que arranca la década y donde refleja su manera de plantear esta temática desde una perspectiva cotidiana, a la que gruesas capas de óleo, características de su trabajo, le dotan una fuerza especial. Coetáneo a Santiago Palenzuela, y planteando otra visión del paisaje, tenemos a Julio Blancas, en cuya producción sobresalen por su especial interés, los fragmentos de bosque de gran tamaño, donde resalta la especial atmósfera que sugieren los espacios entre los troncos, así como las raíces en primer término, provocando una auténtica maraña, tanto que hasta parece introducir al espectador entre su pinar, interpretándose casi como una instalación que cubre gran parte de las paredes expositivas. Su obra hay que plantearla desde el prisma de la memoria, se trata de paisajes mentales, valga como ejemplo.


Otro autor que trabaja esta línea es Juan Pedro Ayala, que, al igual que Santiago Palenzuela y Julio Blancas, ya comenzaba a despuntar a finales de los años noventa. Es en este periodo cuando su obra toma presencia en numerosos espacios expositivos. Aunque Juan Pedro Ayala tocara también temas como el erotismo, cierto es que el argumento que más proliferó en sus muestras fue la naturaleza, el paisaje, abordándolo  como excusa o medio para transmitir cuestiones de carácter existencial. El propio autor declaró que su obra intentaba ser “un reflejo casi físico del proceso creativo”. Una de sus obras más apreciada y que transitó en estos años fue la que exhibe en la exposición El jardín para Marián (2008), titulada Jacaranda Mandala I (2007), pero esta vez el paisaje es un  lugar imaginario donde ubicar recuerdos y experiencias. Estilísticamente, y según palabras de Eliseo Izquierdo, su paleta basculó desde el temprano pop hasta un expresionismo de rabiosas reverberaciones cromáticas.



Otros paisajes mentales, fruto de sus continuas reflexiones sobre las consecuencias del sistema de vida moderno, singularizan la  significativa  producción del artista emergente, Ubay Murillo (Tenerife, 1978). Su trabajo plantea la felicidad del sujeto como algo vacuo y ficticio en unos  escenarios,  que interpreta como «vanitas» del placer, lo que convierte a los supuestos paraísos en auténtica distopía; sirva de ejemplo This Modern Love (2007).



Este planteamiento distópico de la realidad también es tratado magistralmente por Juan Carlos Batista (Tenerife, 1960), que tanto en su escultura como en su investigación fotográfica, plantea temas de carácter social, entre otros, la naturaleza afectada por la ciencia y la mano del hombre. Son clonaciones bioquímicas como en Paisaje con tres árboles (2006), correspondiente a la muestra El animal inconsolable.



La guerra o cuestiones asociadas al género, son temáticas que también  fueron abordadas en estos años por el dúo Martin y Sicilia (Tenerife, 1974 y 1971). Representativa de sus intenciones fue su instalación ‒junto a un conjunto de obras‒ El brindis, 2005, donde plantean cómo se han venido implantando los roles asociados al concepto de la masculinidad y cómo ponen en duda los valores establecidos.



Por otro lado, tenemos artistas emergentes en este periodo, que no se adscriben o pertenecen a ninguna tendencia nacida de los focos estilísticos principales  de  las Islas, como es el caso de Laura González Cabrera (Gran Canaria, 1976), quien renueva  la temática planteando una línea totalmente novedosa, asociada a la reflexión del lenguaje actual de los «mass media». Las superficies que utiliza, ya sea lienzo, cristal, tela, etc, permiten aumentar el tamaño y la capacidad de ubicación, contemplándose casi como una verdadera instalación, entendida en este caso, como una especie de gran pantalla de anuncios, como las que podríamos encontrar en  las grandes ciudades, en  la que el espectador se convierte en parte activa de la lectura del lenguaje oculto de estos curiosas creaciones. Es decir, un acercamiento a la percepción de la imagen que se produce en la actualidad con el lenguaje binario, a través de su obra pictórica. Un buen ejemplo es You have nothing to say, de la serie Screen Pictures (2006), proyecto que, además, se planteó para cubrir un tanque industrial, dentro de un programa destinado a fomentar la intervención artística en espacios industriales. La creación, al formar parte del mobiliario urbano, aumenta sus posibilidades de percepción e interpretación por el público, ya que no queda reducida a un número inferior de espectadores que asisten a las salas de un museo.



La figura de Cristina Gámez (Tenerife, 1964) se hace imprescindible en estos años también, artista que, aunque ya trabajaba con anterioridad, destaca por su carácter multidisciplinar ‒diseñadora, vestuarista, bailarina, etc.‒. Su denominador común  en lo que se refiere al material para expresarse es la tela, realizando todo tipo de lienzos, esculturas, instalaciones, etc. Destaca su especial visión del tejido como un recurso para reflexionar o plantear la superficie o el telón de algo más profundo. La idea de atrapar instantes, partes de tiempo en un espacio a través de sus telas es característico en su trabajo de estos años; el instante como espacio visual y la instantánea como lapso temporal (Ángel Mollá, 2000). Un claro exponente de su catálogo en esos momentos es Antropología de una imagen (2000/2006).



Es Cristina Temes (Tenerife, 1969) una de las artistas también activas en este periodo y catalogada como una de las más originales, destacando en escultura, donde la temática de lo íntimo y biográfico  aflora a través de las capas de diversos tipo de material, equiparando éste a lo orgánico de su propia experiencia vital y ofreciéndonos su reflexión acerca de incertidumbres existenciales: El Consejo (2009).



En esta misma línea temática, con una interpretación muy personal acerca de variados asuntos, tenemos las instalaciones y acciones del artista Oliver Behrmann, respondiendo asimismo  a un modelo totalmente creativo e innovador. Entre las muestras más llamativas de estos años esta el «performance» gastronómico Alien at the Hotel (2009) donde nos hace cómplices de la necrofagia tras la autopsia a un cadáver de la cultura popular. Dicha «performance» es un claro ejemplo de su variedad de recursos y temática, prevaleciendo las influencias de la cultura popular urbana, así como un carácter subversivo y punk. Y sigue siendo un «ensuciador multidisciplinar» como bien se definía el propio artista.



Son numerosos los trabajos que destacan en estos años también, como los de Laura Guerardi, el dúo Lecuona y Hernández y un largo etcétera, unidos a los ya consagrados, cuya calidad y fuerza creativa sigue vigente y emerge para darle el testigo a la siguiente década.

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