MÚSICA

Década de los 10

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La música en canarias y la crisis financiera

Lista de Mario Alonso Fernández

Walden Year

The Good Company

Arrullo Magnético

Fajardo

Viva el Mar

Diego Hdez

GAF y La Estrella de la Muerte

GAF y La Estrella de la Muerte

Aquí hay dragones

Birkins

Plus Ultra

Pumuky

Still Unstirred

Bel Bee Bee

Pálidos como la Sal

Brutalizzed Kids

La Huída Concéntrica

Miniatura

From the Ashes

Zurych

La segunda década del 2000 presenta una industria musical convulsa, muy afectada por la grave crisis financiera y económica del 2008. Canarias había vivido una verdadera eclosión de proyectos relacionados con la música generando una oferta tal que llegamos a sentir el nacimiento de algo parecido a una escena musical. La proliferación de festivales, la inclusión de las principales capitales en las giras de grandes artistas, la implicación de algunas marcas privadas, la apertura de salas públicas y privadas, la atención de los medios de comunicación… generó un caldo de cultivo del que salieron un sinfín de grupos y artistas de todo tipo. A su vez, esta extraordinaria fecundidad se vio además arropada por convocatorias públicas para la producción discográfica y de concursos musicales impulsados por empresas privadas. Sin embargo, de repente, la burbuja reventó y se llevó por delante a buena parte de aquel tropel de músicos que desde diferentes visiones de la música popular contemporánea -jazz, rock, soul, blues, funk, heavy metal- trataban de abrirse paso.

 

Algunos números dan fe de aquella etapa de bonanza: el Gobierno de Canarias recibió en 2010 más de 200 proyectos en su convocatoria anual de ayudas a la producción discográfica (dotada ese año con 235.000 euros); el concurso de bandas Capital Sonora recibió más de 112 inscripciones (el primer premio era de 6000€ y debía destinarse a la grabación de un disco). Sin embargo, hay un dato que también es premonitorio: empiezan a desaparecer los patrocinadores privados y los poderes públicos empiezan a menguar sus presupuestos culturales. Los festivales también empiezan a hacer agua ante los recortes y ajustes, algunos que emergieron con fuerza y programaban artistas internacionales de primera línea -Aguaviva, Fuertemúsica, Costa de Músicas, Cabeza de Perro- desaparecieron o se adaptaron a las circunstancias reduciendo días de celebración y rebajando sus expectativas artísticas. Algunos proyectos respaldados por marcas vinculadas a la banca desaparecieron. Muchos locales que se habían consolidado ofertando música en vivo también empezaron a cerrar sus puertas. El castillo de naipes comenzó a desmoronarse. Duró poco la alegría en la casa del pobre.

 

Así que como manda la naturaleza, resistieron los proyectos con mayor solidez, tanto a nivel artístico como de madurez. Sería mucho decir que aquellos que salieron adelante son los más profesionalizados, porque ese término es muy difícil de aplicar en la industria musical canaria. Sobreviven aquellos que tienen más herramientas para hacerlo y los que no vuelcan todas sus expectativas laborales en la música. En definitiva, grupos compuestos por músicos de vocación, pero que se ganan los garbanzos haciendo otra cosa: profesores, periodistas, empleados de empresas de producción, abogados… Ese es el perfil de quienes se mantienen a flote en esta década, apasionados de la música que ocupan su tiempo libre, sus ahorros, lo poco que ganan ofreciendo conciertos, en su verdadera vocación.

 

También hay que destacar en este periodo la gran cantidad de discos que se lograron hacer gracias a un método que surge precisamente de la necesidad. El fenómeno de la microfinanciación o crowdfunding hizo posible que muchos grupos con escasos recursos tiraran de este invento, que consistía en pedir financiación a los seguidores del grupo, que se convertían en productores del disco de su banda preferida. A modo de recolecta o vaquita, el grupo solicitaba a través de páginas de internet especializadas en el negocio una cantidad de dinero a sus fans a cambio del propio disco (y de material de merchandising, entradas para la presentación del disco, conciertos privados, etcétera), algo así como comprarlo por adelantado, a ciegas, confiando en el resultado final sin haber escuchado ni una nota. Esta iniciativa tuvo especial incidencia en Canarias, una tierra sin sellos discográficos, con honrosas excepciones entre las que encontramos Ruin Records o El Hombre Bala, con un carácter más altruista que de negocio.

 

Aún en estas condiciones tan desfavorables, o precisamente como consecuencia de esa necesidad de derribar esos obstáculos, entre el 2010 y 2019 se grabaron discos de una calidad extraordinaria, entre los que destacamos estos diez:

 

 

The Good Company: Walden Year (2016, Indica/Altafonte)

Financiado a través de una exitosa campaña de micro mecenazgos, el disco fue posteriormente distribuido por Indica y Altafonte. En su tercer disco, el alma máter de este proyecto musical, Víctor Ordóñez, firma un soberbio trabajo casi conceptual, inspirado en el libro Walden, de Henry David Thoreau (1854), un ensayo sobre la autosubsistencia del hombre en la naturaleza. Cada tema es un viaje hacia un paisaje musical en el que se cruzan maravillosas melodías.

 

 

 

 

Fajardo: Arrullo Magnético (2015, Repetidor/Plug in the Gear/ Pequeña Criatura)

Voz, guitarra y verso. El nervio que Fajardo le imprime a sus cuerdas vocales y a las de la guitarra complementan sus letras sin tregua, creando paisajes muy sugerentes atractivos, pero también intrigantes y ásperos, como los de Lajares, el pueblito majorero que le vio crecer y en el que descubrió la música de la mano del folklore. Una auténtica joya de un artista que se siente cómodo en las pequeñas distancias cortas, en espacios íntimos.

 

 

 

 

Diego Hdez: Viva el Mar (2017, Foehn Records)

Si hay alguien que ha explotado hasta la genialidad la producción casera, ese es Diego Hdez, uno de los músicos más hiperactivos del panorama musical isleño (Keiko, Pachumba, The Conqueror Project), proyectos que saltan del rock alternativo al folk, la americana, el reggae o el dub. Cuando hace las cosas solo, se entrega al blues pantanoso, al folk polvoriento, el pop acústico, el rock áspero, el góspel clásico, el bluegrass autóctono, todo pasado por su túrmix y su atractivo manera de entender la música.

 

 

 

 

GAF y La Estrella de la Muerte (2011, Foehn Records)

Si hay una banda que no se parece a ninguna otra, esa es la que lidera Mladen ‘Bonny’ Kurajica, que ha logrado reunir alrededor de su visión psicodélica un combo que responde a sus influencias creativas y se sumerge en un permanente estado de trance. Música experimental en la que el rock psicodélico, el krautrock, la electrónica, el jazz y la no wave se dan la mano. En este disco destacan Alien Love, todo un himno de la banda, y Disappearing Man Blues, un circunloquio abrasivo, una espiral interminable de sensaciones.

 

 

 

 

Birkins: Aquí hay dragones (2017, El Genio Equivocado)

El cuarto disco de la banda grancanaria supone además el último de Dani Birkin, fundador junto a Cris Santana, de esta banda con claras influencias del pop francés que no oculta su nombre, y que en este nuevo trabajo, grabado de nuevo en los estudios de Paco Loco, dan un viraje hacia otros territorios con los que ya había coqueteado el grupo, que además apuesta por la lengua madre, ya que casi si todos los temas están cantados en castellano.

 

 

 

 

Pumuky: Plus Ultra (2011, Jabalina Música)

El tercer disco de este proyecto tan personal de Jair Ramírez aún se sustentaba en una sólida banda, pero todo lo que de verdad importa en este trabajo, las melodías, las letras, los sonidos tan complejos que lo conforman, se defienden de cualquier manera, y eso es lo que ha hecho posteriormente Jair, que con el único apoyo de su hermano Noé, sigue componiendo canciones épicas, llenas de emociones, desgarradoras a veces (o casi siempre), pero tan reales como la vida misma. Aunque aquí hay mucha querencia rock, lo suyo no deja de ser un dream pop de guitarras melodramáticas.

 

 

 

 

Bel Bee Bee: Still Unstirred  (2014, The Note Company)

Tras la firma de Bel Bee Bee siempre estuvo Belén A. Doreste, hoy defendiendo su nuevo proyecto, LAJALADA. Con apenas 18 años cumplido, fue capaz de grabar este disco tan hermoso gracias a unos inicios que la llevaron a ganar concursos nacionales como Red Bull Indomesticables 2012 o Capital Sonora 2012. Llegó a formar parte ya del cartel de festivales como el Bilbao BBK Live o Low Cost Festival. Quizás todo le llegó demasiado pronto y el proyecto pidió tregua, pero lo que se escondía tras estos temas era oro puro, una voz angelical y mucha electrónica, con letras depuradas llenas de referencias personales.

 

 

 

Brutalizzed Kids: Pálidos como la Sal (2017, Los 80 Pasan Factura)

En su décimoquinto aniversario, la banda tinerfeña liderada por Fafe Gamero vuelve a escupir a base rock cargado de actitud punk y una atronadora base electrónica, toda su ira y rabia contra el mundo en forma de canciones que esta vez, también, están cargadas de melodías épicas para cantar a coro en los conciertos. Una banda que sigue creciendo a cada disco y que plasma en forma de techno industrial de guitarras y electrónica, toda la crispación que tan perfectamente sabe encauzar la voz casi al límite del desastre del desgarro de cuerdas vocales de Albert. Un ejercicio también de honestidad, uno más.

 

 

 

Miniatura: La Huída Concéntrica (2012, El Hombre Bala Records)

El segundo disco de Eduardo Briganty es una colección de canciones indie-pop con algún retoque electrónicos. Cantadas en castellano, en este disco brilla la melodía en cada tema y el intimismo de las letras y los paisajes que pinta remiten a algunas de sus permanentes fuentes de inspiración, de Scott Walker a Serge Gainsbourg y Nick Drake. El minimalismo al que posteriormente se arrimó el autor de este precioso disco ya se alumbraba en la parquedad instrumental de este trabajo, que se consolida con un amplificador, una guitarra y software musical.

 

 

 

 

Zurych: From the Ashes (2010, Neptar)

Tercer y último trabajo de esta banda lanzaroteña, liderada por Carlos Ortega, voz y guitarra, que logró armar un potente quinteto con músicos consolidados de la escena conejera tras unos primeros discos más personales, y en los que siempre dejó entrever la influencia del rock británico de los 90, el denominado Madchester y del que eran referencia The Stone Roses, The Charlatans o Happy Mondays. En este disco, que combina temas en español e inglés, se nota más el rejo clásico de otros componentes más veteranos del grupo, como Ane Fernández (ex Marca Acme), que además licenció el disco bajo el sello de su estudio discográfico. Tiene auténticas joyas como Vamos o I’m not coming home).

 

 

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2 comentarios

    1. Gracias por tu aportación, vamos a ir viendo cómo se van sucediendo las aportaciones, para ver cómo las vamos tratando dentro de Ojeart

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